Sobre Navidad y el Árbol (maestro Parcival Módolo)

Mi muy estimado y admirado profesor de Música y Liturgia en el Seminario JMC de São Paulo fue el maestro Parcival Módolo*, músico, director de orquesta y presbítero regente de la Iglesia Presbiteriana de Brasil.

Aquí les dejo una muy breve reflexión del presbítero Módolo sobre la celebración de la Navidad y el uso del Árbol de Navidad:

LA NAVIDAD

Todos sabemos que Jesús no nació, de verdad, un 25 de diciembre. Simplemente se decidió una fecha para conmemorar el hecho. Esto parece incomodar en gran manera a algunos líderes religiosos que han resuelto abolir, de la comunidad que lideran, cualquier conmemoración especial a esta fecha. Acerca del mayor símbolo plástico del periodo, el árbol adornado, la antipatía puede ser aún mayor.

Tal vez esto sucede porque se conoce solamente una parte de su historia, la cual no es, además, ni la mejor ni la más importante para nosotros quienes nos preocupamos más con el cumpleañero que con la fiestecita de cumpleaños.

La celebración de la Navidad el 25 de diciembre fue oficializada solamente el año 570 d.C. El día escogido fue el “Solsticio de Invierno” (en el hemisferio norte), día en que el sol pasa por su mayor declinación boreal, o sea, alcanza al mediodía, el punto más bajo en el cielo y deja de apartarse del Ecuador. En lo que respecta a la luz del sol, es el día más corto del año y con la noche más larga. A partir de esa fecha los días comienzan a alargarse nuevamente.

Los pueblos paganos conmemoraban ese día con fiesta y ceremonias de fertilidad, adorando al “Sol Invictus” (sol invencible). El símbolo es obvio: el sol, que parecía derrotado subiendo en el horizonte cada día menos, “se recupera” desde ese día y recomienza su ascensión victoriosa hasta el punto más alto del cielo.

Ya que los paganos conmemoraban esa fecha adorando el sol, los cristianos, como reacción, pasaron, ese mismo día, a conmemorar el nacimiento de Cristo, el verdadero Sol de Justicia.

La Navidad es un periodo de 12 días, luego después de Adviento, que comienza el día 25 de diciembre y se extiende hasta la Epifanía, el 6 de enero. La fiesta de Navidad y los 11 días que le siguen, celebran el nacimiento de Cristo, la venida del Mesías prometido que muestra en forma humana el amor de Dios por toda la humanidad.

EL ÁRBOL DE NAVIDAD

Además de las leyendas más populares sobre el árbol de Navidad, hay orígenes bastante más importantes para nosotros, los cristianos, aunque mucho menos conocidos. Su origen está en las costumbres del “Árbol del Paraíso” usado en hogares y en iglesias en la época de Navidad, en la Europa del siglo XI. Era la representación del Árbol de la Vida que fue plantado al medio del Edén, al comienzo de los tiempos (Génesis 2.9) y que se encuentra en el centro de la Nueva Jerusalén en la consumación de los siglos (Ap. 22).

La idea del Árbol de Navidad como “Árbol de la Vida” se asocia con el “Árbol de la Cruz” (1ª Pedro 2.24). Es la idea del madero (en el griego “tronco”) sobre el cual Cristo llevó nuestros pecados en Su cuerpo. En este aspecto, el árbol que celebra el nacimiento, apunta hacia el Calvario, a la cruz, la razón principal de la venida de aquel niño tan especial.

Otro concepto importante es el del “Árbol Cósmico” de la iglesia de los primeros siglos. Debido a que la muerte en el Calvario tiene una dimensión cósmica, la cruz era considerada un “Árbol Cósmico”, extendiéndose desde las profundidades de la tierra hasta los más altos cielos. Se trataba, pues, de una forma de exprimir el sentido cósmico (universal) de la crucifixión en su efecto de redimir toda la creación del poder del pecado y de la muerte, restaurándola a su relación original con Dios. De este modo, pasa a ser considerado el “Árbol de Salvación”.

El Árbol de Navidad guarda, incluso, cierta semejanza con el “Árbol de la Luz” del judaísmo. En el Antiguo Testamento, el Árbol de la Vida era representado en el almendro que, en la blancura de sus flores en pleno invierno, pre-anuncia la llegada de la primavera. Siguiendo el molde del almendro, Dios instruyó a Moisés cómo debía hacer el candelabro de siete luces para el Tabernáculo, la Menorá (Éxodo 25.31-40). Así, en la Menorá, el símbolo del Árbol de la Luz y el del Árbol de la Vida se corresponden.

No es difícil concluir que podemos recuperar sentidos más profundos para el Árbol de Navidad que los de los símbolos paganos a los cuales acostumbra ser asociado. Hay una riquezas de ideas que nos recuerdan que en el corazón de la Navidad están la cruz y la resurrección.

Si Jesús solamente hubiese nacido y muerto él tendría nacimiento y muerte como todos los otros líderes religiosos. El enorme diferencial es exactamente la resurrección. La Navidad, por lo tanto, apunta hacia la cruz, pre-anuncia la cruz, considera la cruz. El Árbol de Navidad nos revela el tronco, anticipa el madero y, por lo tanto, materializa la cruz.

*El profesor Módolo recibió buena parte de su formación musical en la Westfälische Landeskirchenmusikschule en Herford, Alemania, donde obtuvo su maestría especializándose en música de los siglos XVII y XVIII. Fue discípulo de Nikolaus Harnoncourt, Zubin Mehta, entre otros destacados directores. Fue director titular de la orquesta de Sunden, Westphal. Actualmente es “Gastdirektor” de la Orquesta del Teatro de la Ópera de Bielefeld, Alemania, y Maestro visitante de la Orquesta Sinfónica de San Diego, California, EEUU. Además de su formación en música, el maestro Módolo posee un Bachiller en Teología y una maestría en Ciencias de la Religión por la Universidad Mackenzie.

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